EL SUEÑO EN LA MENOPAUSIA

18.07.2012 18:42

EL SUEÑO EN LA MENOPAUSIA

 

Los trastornos del sueño durante la menopausia tienen diferentes grados de intensidad y pueden ser crónicos o transitorios.

Los mecanismos por los que la menopausia puede contribuir a la aparición del insomnio son de tres tipos:

- mediado por los síntomas vasomotores y vegetativos,

- mediado por los síntomas de ansiedad y/o depresión,

y

- a través de los cambios biográficos y del estrés que pueden presentarse en esta etapa de la vida de la

mujer.

Incluyen dificultad para dormirse al inicio de la noche, inquietud y sueño superficial con numerosos despertares nocturnos,  despertar temprano sin conseguir dormir más y sueño no reparador.

La dificultad para dormirse al inicio de la noche o iniciar el sueño es característico en pacientes con ansiedad generada al tratar infructuosamente de dormir y relaciones inadecuadas con frustración por su insomnio al momento de irse a la cama. El no iniciar el sueño puede vincularse con activación fisiológica, debido a la realización de actividad física cercana al momento de dormir, tiempo de sueño diurno excesivo o tendencia a dormir a la hora equivocada por alteración o inversión del ciclo circadiano. Es importante considerar también los trastornos de ansiedad, los hábitos de la persona y los trastornos dependientes de hipnóticos o el síndrome de piernas inquietas.

La dificultad para mantener el sueño y  el despertar temprano por la mañana puede estar relacionado con síndromes depresivos, el uso de hipnóticos de acción corta y el síndrome de fase avanzada del sueño1. El acortamiento de la duración del sueño se considera que es natural si ha estado presente durante la vida adulta, si no se presenta fatiga ni somnolencia durante el día, si la mujer refiere que el sueño breve siempre ha sido reconfortante y son poco frecuentes o breves las siestas diurnas1.

Las investigaciones en laboratorios del sueño han detectado que durante la menopausia se presenta afectación de las fases REM (momento en el que tienen lugar los sueños), con acortamiento del tiempo total de las mismas y alargamiento de la latencia (tiempo que tarda en iniciarse el primer periodo de fase REM en la noche), y aunque es más intenso con la presencia de bochornos, la correlación entre ambos no es absoluta.

De todas formas, cuando se presentan los trastornos del sueño tenemos que distinguir si son o no secundarios a los bochornos, a procesos depresivos o a alteraciones hipotalámicas, por hábitos inadecuados como el exceso de siestas diurnas, al uso de estimulantes como el café, la bebida, el cigarrillo, a fármacos, o a molestias físicas por problemas de salud como artritis o dolores de otra etiología e incluso por nicturia (necesidad frecuente de ir al baño por la noche)

El tratamiento debe ser individualizado para cada paciente e iniciarlo una vez se tenga el diagnóstico preciso. Para ello es importante acudir al especialista y no conformarse con los síntomas de insomnio por considerarlos inherentes a este periodo de la vida, ya que los problemas pueden mejorar notablemente con los tratamientos actuales, con el consiguiente beneficio para la calidad de vida.

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